VÍCTOR ROMERO: LA MAQUINARIA PRODUCTORA DE TENIS DEL CB. ATIZAPÁN.

En la entrada pasada hablamos de la alta ocupación de las canchas de tenis del CB ATZ. Mucha gente no lo creerá y no los culpo. Seguramente quien lea esto estará cansad@ de escuchar acerca de los “viejos tiempos” cuando todo era mejor. Tampoco los culpo. Yo también estoy cansado de eso, pero estoy más cansado de no entender el porqué del bajón que dio el tenis.

La estructura de tenis en el CB ATZ en los años 80s y principios de los 90s estaba encabezada por el profesional del club, Alejandro Palacios y por su asistente, Jacobo Miranda. Los otros profesores que atendían al semillero de tenistas en ese tiempo eran: Luis Villanueva (QEPD), Martin Guerrero, Fermín Gómez, Flavio Barreda, Pedro y su hermano Zeferino Palacios.

No todos estos profesores estuvieron al mismo tiempo en el club, pero ciertamente pasaron por “la escuela” del CB ATZ.
Algo que la mayoría de estos profesores tienen en común es que vinieron de  la que yo considero como una de las colonias más prolíficas en producción de entrenadores de tenis: La colonia Ahuehuetes.

La colonia Ahuehuetes queda a espaldas del Club. Era una colonia de clase media-baja que estaba en una posición ideal para producir profesores de tenis.

Un profesor estereotípico de tenis del CB ATZ empezaba su carrera como atajador. Los atajadores, o boleros, eran niños de entre seis o siete a 18 años que iban a trabajar al club de martes a domingo por las mañanas y por las tardes asistían a la escuela.

Un buen bolero tenía varias cualidades importantes: Era trabajador, rápido, tenía buen brazo, buena puntería, entendía el juego (cuando lanzar la pelota, cuando correr, etc.) y le caía bien tanto a usuarios como a profesores.

Durante los ratos libres, o cuando la demanda era baja para sus servicios, los boleros aprendían a pegarle a la pelota en los rebotaderos del club. Después de aprender a controlar (relativamente) la pelota, los boleros subían a las canchas a pegarle a la pelota y a jugar entre ellos.

La demanda de canchas era muy baja entre las 11am y las 3pm, lo que hacía de estas horas el tiempo ideal para que los boleros se enseñaran a jugar.

Los boleros eran promovidos a “peloteadores” una vez que podían controlar la pelota lo suficientemente bien como para aguantar el ritmo con un usuario que pagaría por sus servicios.

Aquí es cuando la personalidad del individuo cobraba mayor importancia. En ese momento, el peloteador tenía una de tres opciones: 1. Quedarse como peloteador. 2. Intentar obtener el cargo de “capitán de canchas” o 3. Dar el salto a profesor de tenis. Un bolero que se quedaba como peloteador normalmente no aguantaba la presión y se retiraba a los pocos meses (si no podía obtener la plaza de profesor) teniendo que encontrar otra fuente de ingreso Los capitanes de cancha eran “anomalías” en el sistema desde mi punto de vista. Los capitanes tenían que estar en el lugar correcto en el momento correcto y tendrían que carecer de talento para pegarle a la pelota y a la vez, caerle bien a la gente. !Una completa anomalía! Finalmente, los peloteadores que avanzaban a profesores eran aquellos que eran populares tanto con los miembros del club como con alguno (o varios) de los profesores ya establecidos. Por un lado, la popularidad con los miembros del club les garantizaba trabajo (clases particulares), y por otro lado, la popularidad con los profesores establecidos les garantizaba un padrino que les pudiera enseñar los aspectos más básicos del oficio. Finalmente, cuando alguna plaza abría, el peloteador podía empezar a trabajar como profesor de tenis.

A partir de este momento, el profesor de club tenía que asistir a numerosas capacitaciones y cursos de todo tipo para mantenerse al corriente.

Una peculiaridad del club es que, según recuerdo, los profesores del club no eran muy bien pagados, por lo emigraban del club una vez que se sentían bien preparados.

Esto, de manera inadvertida, fue una de las razones por las que el Estado de México fue una potencia en el tenis nacional: Los Clubes CB formaban profesores, que a su vez los otros clubes del estado atraían con mejores sueldos, prestaciones o condiciones de trabajo. Una vez que se necesitaba de más entrenadores entonces los boleros progresaban a peloteros, los peloteros a profesores, y así continuaba la maquinaria produciendo profesores de tenis ad infinitum… hasta diciembre del 2020…

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