Para comenzar el año vamos a hablar de una de las lesiones más frecuentes en los deportistas: la tendinopatía que abarca tanto a la tendinitis (inflamación del tendón) como a la tendinosis (microdesgarros en el tendón sin causar una inflamación apreciable), esta lesión puede producirse por movimientos repetitivos sin una adecuada técnica, una sobrecarga o un sobre-entrenamiento.
Es importante aclarar que el ligamento y el tendón son estructuras distintas y desempeñan funciones biomecánicas distintas. El tendón es una banda de tejido conjuntivo que conecta el músculo con el hueso, permitiendo el movimiento articular. Además el tendón participa en la propiocepción (capacidad de sentir la posición de una parte del cuerpo en el espacio), es amortiguador del impacto y puntos de almacenaje de energía, características esenciales para la realizar actividades deportivas.
Los tendones varían en longitud y tamaño a lo largo de todo el cuerpo. Comparado con tejidos como el músculo o la piel, el tendón es relativamente avascular (poca irrigación sanguínea). Este compromiso vascular influye en el tiempo de recuperación de la tendinopatía crónica. La capacidad de reparación del tendón depende de la edad, la cantidad de vasos sanguíneos del tendón, la nutrición, las hormonas, la actividad, entre otros factores.
Los síntomas se manifiestan gradualmente y el dolor va aumentando gradualmente:
-
Dolor sordo (frecuentemente aumenta por la noche)
-
Dolor al intentar realizar movimientos (que involucren el tendón lesionado, por ejemplo al intentar levantar objetos por arriba de la cabeza en tendinitis de hombro)-
-
Debilidad del miembro afectado (secundaria al dolor producido por el esfuerzo)
-
Rigidez del miembro afectado con cierta pérdida de movimiento.