GOLPE DE REVÉS
Por Alejandro Álvarez Zenith
Hablar del tenis mexicano es evocar figuras emblemáticas como Raúl Ramírez, quien en la década de los setenta fue sinónimo de entrega, calidad y esperanza. Sin embargo, como suele ocurrir en el deporte, ni siquiera la presencia de un jugador de esa talla garantiza por sí sola el lleno total en los estadios.
Recuerdo vívidamente aquel duelo de 1982 ante Australia. En esa serie, Ramírez cayó en el quinto punto frente a Mark Edmonson, campeón del Abierto Australiano en 1976 y semifinalista de Wimbledon (1982). Más allá del resultado, lo que quedó en evidencia fue la baja asistencia, una oportunidad dorada que no logró consolidarse del todo. A veces, incluso las mejores cartas requieren del respaldo de una estructura sólida que las acompañe.
Hoy, como entonces, México necesita asegurar su participación en competiciones como la Copa Davis o la Copa Billie Jean King mediante el cumplimiento de compromisos como la inscripción anual ante la ITF. Afortunadamente, existen apoyos por parte de los patrocinadores que respaldan a la Federación Internacional de Tenis (ITF) y como consecuencia a la Federación Mexicana de Tenis (FMT), facilitando la organización de estos eventos y, en caso de avanzar en el cuadro, permitiendo que las ganancias lleguen también a quienes son protagonistas en la cancha.
Para minimizar los riesgos financieros y operativos, es indispensable que el Consejo Directivo de la FMT formalice —a través de contratos firmados— las sedes de cada serie, e idealmente contemple una sede alterna dentro de la misma ciudad. Esta previsión no es un lujo, sino una necesidad elemental en la gestión deportiva contemporánea.
La planeación de una serie internacional exige más que buena voluntad: requiere visión estratégica. Si no se cuenta con jugadores o jugadoras ampliamente reconocidos por el público mexicano, es poco probable que se registren buenas entradas, por muy relevante que sea la competencia. Lo vivido en el Complejo Panamericano, incluso con una victoria ante Argentina, es prueba de ello.
Una vez que se conoce al país rival, un consejo directivo comprometido tiene la responsabilidad de diseñar una estrategia integral, con visión amplia y objetivos claros. El éxito rara vez es producto de la improvisación. Omitir esta etapa sería caer en una falta seria, comparable con lo sucedido en torno al Centro Nacional de Tenis, cuya pérdida de control aún exige explicaciones claras y, quizás, decisiones responsables.
México enfrentará a Canadá y Dinamarca en los Play-Offs, y se ha mencionado a Monterrey como posible sede. La propuesta parece adecuada, pero debe concretarse con formalidad. Las condiciones están dadas: los equipos participantes cuentan con figuras destacadas, lo cual genera una expectativa positiva en términos deportivos y económicos.
La Copa BJK puede servir como excelente antesala para elevar el entusiasmo rumbo al torneo WTA que año con año se celebra bajo la dirección de Hernán Garza, conocedor profundo del tenis profesional desde su involucramiento en competencias internacionales desde 1976. Experiencia no falta; sólo hace falta voluntad y orden.
Que esta vez el revés no sea una derrota, sino un golpe técnico, inteligente y elegante. De esos que cambian el rumbo del juego.