La decima edición del Abierto Mexicano congrego a jugadores reconocidos en ese momento como estrellas: Carlos Moya, David Nalbandian, Fernando González, Juan Ignacio Chela, Marcelo Ríos y Nicolás Lapentti, todos ellos fueron sembrados del uno al octavo.
Lo cierto fue que ninguno apareció en la semifinal y el más sobresaliente que tuvo chance de avanzar a la final fue el brasileño Gustavo Kuerten, mismo que ya había bajado al casillero 29 y para colmo recibió wild card al igual que el chileno Marcelo Ríos.
El argentino Agustín Calleri en un principio fue uno más, es decir, no pintaba para avanzar a las rondas finales, empero comenzó doblegando al wild card nacional Miguel Gallardo, luego a su paisano Gastón Gaudio, al chileno Marcelo Ríos, al español Félix Mantilla en la semifinal.
Calleri en el partido de su vida jugaría contra su paisano Mariano Zabaleta y lo derrotó por 7-5, 3-6, 6-3. Para el torneo fue malo que Zabaleta haya vencido en semis a Kuerten, pero aun así el estadio lucio lleno y el aficionado para ese entonces ya se la pasaba en el tenis y la fiesta.
En la premiación hubo fuegos artificiales y la directora del certamen Lisette Trepaud fue ovacionada mientras dio una vuelta olímpica en la cancha repartiendo besos ante el júbilo de su jefe Alejandro Burillo.
Durante el torneo se dio un accidente con la muerte de un chico que iba a laborar en el equipo técnico. Fue la propia Trepaud quien apago el fuego que se pudo dar con una nota amarillista.