Pocos saben que Claude M. Butlin en 1917 fue el primer monarca del Campeonato de México, que hoy en día se conoce como campeonato nacional abierto. Se dice que Butlin no nació en México y es cierto, pero jugó copa Davis por nuestro país fue un gran campeón surgido de las canchas del club Reforma.
Este año el Campeonato Nacional Abierto de Primera Fuerza, como usted quiera llamarlo, se jugará en Cuernavaca Morelos y cuando hay un jugador cómo lo es Miguel Ángel Reyes Varela que tiene en su haber tres títulos consecutivos, surge el morbo entorno a que podría ganarlo por cuarta ocasión consecutiva.
Al respecto se generan muchas especulaciones por la presencia de tenistas interesantes cómo Tigre Hank, Mauricio Astorga, Manuel Sánchez y otros que se nos escapan en este momento de nuestra mente.
Sin duda Miguel Ángel Reyes Varela, dentro de la realidad del tenis mexicano, es un gran jugador qué ha demostrado tener mucho carácter y confianza en sí mismo y lo ha demostrado en justas de Copa Davis. En la última que lo vi jugar fue en Puebla contra Perú y curiosamente fue el quién se vistió de héroe al ganar el punto definitivo.
Partidos del Campeonato nacional culminan en el formato de tres de cinco sets, esto hace posible que un jugador bien preparado aguante en perfectas condiciones a partir de un cuarto set, en cambio los que no están bien físicamente y que son buenos, no tienen problema para ganar encuentros cortos a 2 de 3, pero cuando hace calor en un nacional y el desenlace se da en un quinto set, este tipo de exponentes tienen pocas posibilidades de éxito en la búsqueda de una corona.
El presidente de La Asociación Mexicana de Tenistas Profesionales, Javier Gaytán Estrada, ha tenido la cualidad encontrar a las personas correctas para que el torneo goce de una buena bolsa y se sostenga en el calendario de forma ininterrumpida. Me tocó ver ganar esta justa a Marcelo Amador, Marco Osorio, Luis Herrera, Agustín Moreno y otros.
Puedo asegurar qué es un torneo difícil de ganar porque todo aquel que entra a la cancha busca el triunfo afanosamente.
