Dentro de la historia del tenis mexicano existen jugadores que permanecen intactos en la mente de los amantes especialistas y críticos del tenis. Uno de ellos es el jalisciense Agustín Moreno Palmer, quien desde su etapa infantil dio muestras de su grandeza a través de su garra y buen tenis.

La historia de Moreno se comenzó a escribir en el Club Providencia en el que su señor padre, del mismo nombre, estaba más inclinado por el fútbol, dado que fue parte del glorioso equipo de las Chivas Rayadas del Guadalajara.

Con una mentalidad independiente, Moreno cambio el balón por la raqueta y fue entonces como en campeonatos nacionales sostuvo rivalidades con similares importantes, tal es el caso de su amigo y acérrimo rival Leonardo Lavalle quien en días actuales es el capitán del equipo Copa Davis.

Sobre este punto, de su ronco pecho, explico que “era un deporte donde uno sabía qué ranking tenia y desde muy chico fui campeón estatal y nacional y me gané las giras al extranjero. Y en futbol, a los 9 años, no sabía exactamente en qué posición estaba en esos niveles”.

Su incursión en el ámbito internacional cobró impacto cuando conquistó el torneo estadounidense conocido como Sugar Bowl, venciendo en la final al campeón estadounidense Al Parker.

Moreno recordó su paso por Sudamérica tras sus victorias en el Inca Bowl de Perú, la copa Milo en Chile que se disputó en el Club Terrazas de Chile donde venció nada menos que al legendario austriaco Tomas Muster, ganador en 4 ocasiones del Abierto Mexicano de Tenis, así como al local petiso Jaime Izaga quien dentro de sus triunfos tuvo como víctima en Miami al que fue número 1 del mundo: Pete Sampras.

Nostálgico el jugador recordó: “en 1983 haber transitado por Paraguay, el Banana Bowl, Semis, con 15 años de edad, en la categoría 18. Tengo muy presente el haber viajado solo, y me las tenía que ingeniar para enfrentar adversidades solo y superar a los rivales que gozaban del respaldo de un coach.

Apoyado en sus buenos antecedentes, Moreno recibió de apoyo un boleto de avión de la Federación Mexicana de Tenis para cruzar el Atlántico para ir a Europa. Concretamente en Italia, se ganó el respeto al coronarse en Florencia; fue Finalista en el torneo de Santa Croce, Finalista en el legendario Astrid Bowl de Bélgica, en 1983. Reconoció que en categoría 18, en los Grand Slams Wimbledon y Roland Garros no tuvo el resultado esperado.

Con humildad apunta “tuve la oportunidad de comenzar a pelotear con grandes raquetas del tenis mundial, entre ellos el ecuatoriano Andrés Gómez, Hans Gildemaister, pero lo que más se me quedo en la cabeza fue presenciar la victoria del galo de origen camerunés Giannick Noha, mismo que representaba a la marca del gallito, conocida en el ámbito mundial como Le Coq sportif.

Para los tenistas mexicanos, la gira estadounidense tenía una gran relevancia y Moreno se presentó al US Open Junior. En el invierno 1983 llamó la atención mundial al enfrentar en una memorable batalla al germano Boris Becker. Moreno no se imaginó que meses después, el teutón se iba a convertir en el campeón de la fase profesional de Wimbledon. Previamente, el quijotesco mexicano se dio el lujo de eliminar al checo Peter Corda.

Antes de concluir con el tema, Moreno finaliza estas líneas diciendo “conquisté Wimbledon con el peruano Jaime Izaga, fui finalista de US Open, también puedo decir que me llevé el Orange Bowl con Leo Lavalle y fuimos los finalistas de la Sunshine Cup, que antes de desaparecer era la copa Davis en 18 y menores.

Su legado al tenis mexicano se dio al ser finalista de la copa internacional Casablanca y se llevó las palmas con Lavalle al ganar el Campeonato Nacional Abierto, doblegando a Fernando Pérez Pascal, y Gilberto Cicero, ambos capitalinos.

El tenista recomendó a todo aquel que quiera transitar por el mundo del profesionalismo, tener la convicción del sacrifico que demanda el tenis “yo, en mi caso me las ingenié para contactar con buenos jugadores y aprovechar la semana entrenando al más alto nivel.