GOLPE DE REVÉS

(Alejandro Álvarez Zenith)

Hay heridas que no sangran, pero duelen. Y en el sur del país, donde el verde de Chiapas se funde con el azul del cielo y la pasión por el deporte late con fuerza, hay una que ya lleva más de siete años abierta: el olvido del Centro Nacional de Tenis de la zona sur. Ese que alguna vez se pensó como semillero de campeones, orgullo regional y promesa de futuro… y que hoy es solo eco lamentable de lo que pudo ser.

La Federación Mexicana de Tenis se divide en zonas. Así lo dicta la estructura, así lo manda el reglamento. Pero, ¿de qué sirve una estructura si no se alimenta con compromiso? Chiapas, integrante de la zona sur, sigue esperando que alguien recuerde que ahí —sí, ahí mismo— existe un activo de valor incalculable: un centro que podría transformar vidas, inspirar a jóvenes y poner al sureste en el mapa del tenis nacional a través de eventos de clase mundial.

Y no hablamos de culpables lejanos. El nombre de Adolfo Martínez Barragán no es ajeno ni nuevo. Ha sobrevivido a más consejos directivos que muchos torneos en el calendario al estilo de Antonio López de Santana, quien fue parte del sistema cuando se perdió más del 50 por ciento del territorio nacional. Ha sido presidente de asociación, miembro del consejo, figura visible y voz reconocida. Y precisamente por eso, nadie mejor que él para alzar la voz, sacudir conciencias y exigir lo que Chiapas merece de aquellos que llegaron a la institución porque dios fue grande.

No se trata de señalar por deporte, sino de sumar por convicción. Porque el deporte es más que competencia: es identidad, es patria, es esperanza. Y si de verdad queremos un país más justo, más sano, más unido, no podemos permitir que regiones enteras queden al margen del desarrollo deportivo por ego personal.

El sur también es México. Y Chiapas, con su fuerza, su historia viva y su gente tenaz, merece algo más que la indiferencia de un escritorio sin rumbo.

A veces, los silencios hablan. Pero esta vez, toca romperlos.

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