Por Alejandro Álvarez Zenith
Estando en Nueva York era obligado ver en acción a Jorge Lozano en 1988. Parece que fue ayer pero este tema se comenzó a escribir 33 años atrás cuando el tapatío le gana al estadounidense Jim Grab por 6-2, 7-5, 3-6, 7-5.
En la segunda ronda se impone a Robert Seguso en cinco sets por 7-5, 6-0, 2-6, 6-7, 6-4. Realmente sudo la gota gorda. Pero el match que me llamó la atención fue contra el entonces campeón argentino Guillermo Pérez Roldan, a quien también le ganó 6-4, 6-4, 5-7, 7-6 y los mexicanos presentes aprovecharon el momento para saludar a Lozano.
En la ronda de los octavos de final Jorge tuvo que enfrentar al estadounidense Jimmy Connors en el estadio Louis Armstrong, el cual era el oficial de la justa neoyorquina. Cuando ingreso a la cancha Lozano miro para el cielo y dio la impresión de haber estado impactado o asustado.
Jorge hizo su juego que se fundamentó en saque y volea, pero Connors le impuso un 6-1, 6-2, 6-0. Lo cierto fue que Lozano no jugó mal, simplemente a uno de los mejores pasadores le voleo profundo en lugar de cortito.
Lo sorprendente no fue lo relatado en singles, sino que en dobles figuro de dos en la siembra junto a su compañero Tood Witsken. en paz descanse. Jorge y Tood llegaron a la semifinal ante los españoles Emilio Sánchez y Sergio Casal. Me toco ver ese match de noche en el Grand Stand y pierden 6-4, 6-3, 6-2.
Nadie sabía que los ganadores de ese match serían los campeones porque los estadounidenses Rick Leach y Jim Pugh no se presentaron, es decir, perdieron por descalificación.