El austriaco Thomas Muster, terminó con el mito de la altura. Y demostró que el Gallo donde quiera canta.
Esto lo decimos porque el austriaco conquistó el Abierto Mexicano en el Club Alemán cuatro ocasiones consecutivas, para ser más específicos de 1993 a 1996, proeza que nadie ha podido igualar.
En 1995, Muster, conquistó el Roland Garros, esto nos indica que un jugador bien preparado puede enfrentar cualquier reto.