La mudanza del Abierto Mexicano al puerto de Acapulco requirió de inversiones, pero en el mundo de los jugadores iniciaría una etapa diferente porque estaba claro que una sede de una justa en un destino turístico tan importante iba a generar grandes expectativas en el mundo y esa visión la tuvo Lissete Trepaud y Alejandro Burillo.
El brasileño Gustavo Kuerten llegó al puerto como el uno del mundo con el antecedente de haber logrado un bicampeonato de Roland Garros. De tal forma que su tenis estaba muy fino con golpes profundos y mucha colocación.
En ese tiempo nadie se presentaba a las calificaciones y lamentablemente el tenista mexicano ya no era atractivo en la repartición de los wild cards porque de un total de tres dos fueron para el brasileño Fernando Meligeni y el español Galo Blanco.
Ex campeones como el español Pato Clavet y el checo Jiri Vanek revivieron recuerdos. Cabe decir que Vanek le ganó al wild card mexicano Alejandro Hernández por 6-3, 7-6 (4). El ibero Carlos Moya comenzó a hacerse notar llegando a la semifinal, siendo derrotado por el wild card Blanco, quien cerró bocas criticas por recibir la invitación en lugar de un local.
Kuerten fue avanzando sobre el español Felix Mantilla, los brasileños Alexandre Simone y Fernando Meligeni. En semis dio cuenta del argentino Guillermo Cañas.
Ya en la final Kuerten puso en su lugar a Blanco por 6-4, 6-2 en una justa que puso en juego 700 mil dólares bajo el respaldo de una empresa de Burillo que se dio a conocer como Pegaso.