Por Alejandro Álvarez Zenith

St. Pölten, Austria.— En la cuna alpina del tenis juvenil europeo, un mexicano volvió a decir presente con la raqueta bien firme y el corazón encendido. Oswaldo Alejandro Reyes Tirado, joven gladiador del tenis tricolor, se plantó con carácter en la arcilla del J200 de St. Pölten, dejando claro que su camino apenas comienza, pero ya está dejando huella.

Reyes abrió fuego en la primera ronda con temple de veterano. Enfrente, el rumano David Popa le exigió fondo, cabeza y alma. Pero el tapatio no se dobló: 7-5 y 6-2, y a la siguiente fase. Tenis sólido, piernas firmes, y una mentalidad que ya apunta al alto rendimiento.

El segundo capítulo fue un duelo de altura. Flynn Thomas, primer sembrado del torneo y joya suiza en formación, lo llevó al límite. Pero Reyes no se achicó: le robó un set con autoridad y lo llevó al borde del abismo en el tercero. El marcador final (6-2, 1-6, 7-5) dice derrota, pero el partido grita crecimiento. El mexicano compitió, incomodó y dejó claro que lo suyo no es casualidad, es proyecto.

En dobles, acompañado del griego Odysseas Geladaris, libró otra batalla, esta vez contra los locales Berenz y Niedermayr. Cayeron 6-2 y 7-5, pero vendieron cara la derrota. El doble mexicano-griego fue chispa, pero no bastó ante la sincronía austriaca.

Cuatro torneos J200 consecutivos lleva Oswaldo en suelo europeo. No hay pausa, no hay pretextos: hay hambre de más. Y aunque en St. Pölten ya quedó eliminado, el aprendizaje no se mide en rondas: se mide en experiencia, y esa la está acumulando con creces.

Que nadie lo pierda de vista. Oswaldo ya juega, compite y sueña como los grandes. Y eso, para el tenis mexicano, es más que una buena noticia. Es esperanza.

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