Ahora que suena el Orange Bowl recordamos a Mela Ramírez, quien fue la primera mexicana en llevarse el cetro en 1948, pero hoy hablare de Alfredo Álvarez a quien le reconocemos en el segmento de mérito deportivo porque fue el primer nacional en llegar en dos ocasiones consecutivas a la final de esta justa que en ese entonces fue la más importante del mundo.
Alfredo le ganó a los mejores de su época, pero padeció de la discriminación y fue marginado de la posibilidad de ser titular en Copa Davis con una extensa lista de soportes que lo habilitaban para que por lo menos pudiese jugar un duelo en serie definida.
Para que se den una idea, a nivel nacional el tenista más efectivo fue Joaquín Loyo Mayo porque gano 10 veces el nacional abierto. Alfredo tuvo récord a favor y cuando decidió retirarse se acredita una victoria sobre Marcelo Lara en el torneo de San Luis Potosí.
Una historia que vivió de terror fue cuando tuvo contra la pared al campeón del Roland Garros, nos referimos a Juan Gisbert en el Torneo Panamericano, pero como les era fácil a los directivos hacer de las suyas le cambiaron el juez de silla para que le marcara mal y así no echara a perder la siembre del torneo más importantes de México que fue equivalente a lo que ahora se conoce como Abierto Mexicano.
Hay quienes ya comentan que Alfredo posiblemente sea el mejor jugador de competencia formado completamente en el Reforma, dejando claro que hay otros como Adolfo González, que merecen esa distinción al igual que Luis Riefohl, Tavo Martínez o Miguel Ángel Reyes Varela.
Nos llevaría mucho tiempo hablar de lo que hizo este tenista de bajo perfil que se dio el lujo de derrotar con más de 40 años al entonces campeón de México, Enrique Haro, en una final que protagonizó de interclubes clase A el Reforma. Fue en la cena del M700 de México donde se le reconoció su trayectoria.