Por Alejandro Álvarez Zenith
El Estado de México por años fue la gran potencia del tenis mexicano porque mezclo varios factores que hicieron posible generar alto rendimiento, torneos de reconocimiento mundial, jugadores que representaron a México en justas internacionales y mucho movimiento en los clubes de la entidad.
Fue en 1977 cuando Jaime Muller de la Lama le dio vida a la Copa Internacional Casablanca, lo cual genero que detonaran escuelas de tenis que consideraban a jugadores de competencia. En un principio lo hizo Casablanca, más adelante se sumó Berimbau, Tenistlán y otros clubes con menores resultados, pero con una mentalidad más competitiva de lo que se ve en la actualidad.
Casablanca, Irlandés y Berimbau le dieron fuerza a justas internacionales a nivel profesional, es decir, futures de ambas ramas. Más adelante se sumó la asunción y también se organizaron torneos de bolsa en diferentes escenarios, algunos con puntuación AMTP.
Para colmo de los males las instalaciones que usaba la ATEM en el deportivo Tlalnepanta quedaron en manos de particulares y el Estado de México comenzó a perder presencia a nivel nacional quedando debajo de asociaciones como la de Jalisco y Nuevo León, lo cual fue terrible.
Con un panorama desolador le toca el turno a Luis Flores para enderezar el barco y para ello ya están en sus planes un circuito profesional de la ATEM, un circuito de veteranos y mejorar las condiciones de las justas infantiles y juveniles.
Tengo el gusto de conocer a Luis y tengo claro que no quiere pasar al mundo de los recuerdos como un perdedor, por no decir fracasado. Y por ello me queda claro que hará todo lo que este en su mano para que las canchas mexiquenses recuperen su esplendor en una época en la que han aparecido clubes tanto en el área metropolitana como en el Valle de Toluca.
Luis tiene pensado dialogar con promotores que tienen trayectoria para que se sumen a su proyecto y también buscará el respaldo de la iniciativa privada porque tiene contactos.
