La vi jugar a Nadia su partido de octavos de final contra la checa Anna Karolína Schmiedlová…
Hubo un aspecto que me impactó mucho: su actitud de lucha constante, el no claudicar jamás durante el punto y el juego.
El no ceder en lo más mínimo.
Sus ganas de ganar parecían manifestar en ella un pensamiento: » Para ganarme tendrán que sacarme en camilla de la cancha».
Vi un claro ejemplo de una buena cabeza que luchaba cada punto con un tesón inigualable.
Cada partido jugado con mucha intensidad, con fuego en el alma, diciendo acá estoy yo.
Y este sueño no me lo quita nadie.