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¿ES MALO EL ENTRENADOR MEXICANO?

GOLPE DE REVÉS
ALEJANDRO ÁLVAREZ ZENITH

Desde que tengo memoria, en México se han organizado cursos de tenis de todos los moles, sabores y colores, con grandes exponentes internacionales, uno de ellos Dennis Van Der Mer y Nick Bollettieri y el que lo trajo es el que escribe 30 años atrás. La FMT y la propia empresa MEXTENIS han impulsado varias convocatorias trayendo tanto a nacionales como a extranjeros.

Y, sin embargo, en las charlas entre jugadores, entrenadores y padres de tenistas, persiste la misma queja: en México no hay entrenadores capaces de llevar a un jugador al alto rendimiento. El circuito federado —que tiene como eje la competición de jugadores en San Luis Potosí, con poco más de 700 competidores— parece insuficiente semillero para generar verdaderos productos de talla mundial.

Ante esa carencia aparecen entrenadores extranjeros que dirigen academias y alimentan la ilusión. Pero la realidad es otra: el tenis mexicano depende de los llamados garbanzos de a libra, talentos naturales con fortaleza mental que aparecen cada 35 años y que, con suerte, logran situarse entre los 100 del mundo. El último en lograrlo fue Luis Herrera, el 9 de noviembre de 1992. En la rama femenil, la única singlista mexicana en la historia moderna en colarse al Top 100 es Renata Zarazúa.

Entonces la pregunta es inevitable: ¿hay buenos entrenadores mexicanos?

La respuesta es sí, pero la mayoría ha sido absorbida por la lógica del mercado laboral: el tenis social. Su trabajo consiste en tratar bien al cliente del club, organizar torneos internos y mantener un sistema cómodo que rara vez implica salir a competir fuera. En ese ecosistema también existen entrenadores que arman grupos locales cobrando muy barato en comparación con las academias de renombre, y aunque tienen oficio, su impacto es regional. No invaden el mundo: se quedan en casa.

Lo que falta en México no son conocimientos técnicos, sino pasión, ambición y la capacidad de venderse y arriesgarse. El gran enemigo del tenis mexicano es la zona de confort. Por eso, aunque el país ha producido ocho jugadores Top 10 ATP y dos jugadoras Top 10 WTA en la era abierta, en el presente solo vemos casos aislados. En contraste, Argentina —con menos infraestructura— tiene hoy siete jugadores dentro del Top 100.

El balance es duro: México no genera tenistas profesionales de nivel mundial, salvo contadas y honrosas excepciones.

El derecho de réplica está abierto, siempre con respeto.

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