Manuel Ruiz llegó a Jalisco con dolor de cadera, pero cuando comenzó la Copa Héctor Ortiz como por arte de magia se transformó en un tigre desarrollando un tenis clásico y en consecuencia fino en 55 y más.
En la final topo con Ramón Palafox y se pensó que Ramón ganaría por ser monarca defensor y por estar en casa, pero no fue así, pues en duelo parejo Ruiz, quien fue uno de su generación se apuntó un 7-5, 7-5.
Esa victoria le dio un segundo aire y una razón de lucha en esta época tan crítica de Coronavirus. Manuel como siempre popular y apoyado por su señora convivió en el Leopardo un espécimen carismático que ayuda de forma anónima al tenis.