Carlos Schlettwein, estuvo muerto técnicamente por 15 minutos. Dios le dio la oportunidad de seguir con vida y ahora transita con una visión completamente diferente.
Carlos, ahora es una persona extremadamente sencilla, es decir, dejó a un lado la soberbia que distingue a los tenistas y sobre todo a quienes piensan que el suelo que pisan no los merece… al final del día en cenizas acabaremos.