Por alejandro Álvarez Zenith
Le voy a contar una de Guillermo Coria, tremendo jugador argentino que un pique milimétrico de pelota le costó ser campeón del Roland Garros, pero que en su momento cada vez que jugaba le daba magia al tenis por su capacidad de respuesta para enfrentar a jugadores posiblemente más potentes, pero en definitiva en su mayoría menos talentosos.
Tuve la suerte de conocer a Oscar Coria padre de Guillermo y entrenador de alto rendimiento y luego de que el entonces presidente de la FMT Panchito Maciel no pudo llegar a un arreglo con una figura top para una exhibición en Chiapas lo tuve que contactar para que viniera a Chiapas.
De tal forma que Oscar me canaliza con el manager de Guillermo de apellido Groppo y se dieron platicas largas hasta que se convenció a Guillermo de que fuera la estrella, lo cual siempre estaré agradecido porque fue un detonante para el nacimiento de un centro nacional de tenis en Chiapas.
Coria disfruto de vacaciones en Acapulco con su familia porque en el 2003 estaba pensando en el matrimonio y la paso bien con sus padres y hermano, quien ahora anda compitiendo en los Grand Slams.
Lo que nunca olvidare de Guillermo fue un hecho que no me desmentirá Andrés Zepeda, pues le pedí a Guillermo que diera una clínica y me dijo que solo lo haría 10 minutos, pero se quedó mucho tiempo y se ganó el respeto y la aceptación de una generación de tenistas chiapanecos que vieron a un grande en su tierra.
Ese centro no se encuentra en manos de la FMT por los malos dirigentes que han pasado por la institución, pues ante la negligencia de un presidente un vicepresidente les quitó la posesión y ahora la actual dirigencia calla, lo cual es terriblemente malo para el tenis de México.
Si se trabaja bien ese centro con un espíritu nacionalista se puede hacer mucho, pero seguramente en los intereses de los que deben afrontar la defensa no está en sus planes.